La muerte de Elizabeth Taylor ha provocado, como era de esperar, ríos de tinta. Incluso en jovenzuelos que la han confundido con Deborah Kerr en "Quo vadis" o Marco Vinicio (Robert ¡¡¡Taylor!!!). Normal, lo más que sabían de ella debía proceder de algún pase televisivo en casa de sus papás y se han armado un bien divertido lío. Los elogios, palinodias, genuflexiones provienen de gentes de mi generación o de posteriores - y anteriores - no lejanas en el tiempo. La más encendida que he leído la de Pedro Almodóvar, la más tontilona la de Carlos Boyero tal y como corresponde a un rematado bobo. Ambas en "El País" de ayer, por si interesa.
La diosa de los ojos violeta nunca me excitó la libido ni su alabadísimo arte interpretativo me pareció el de una gran actriz. Que le vamos a hacer. Yo soy yo y mi circunstancia y juro por el ya vetusto fiambre de Richard Burton que no quiero provocar en mi venenososo estilo como hice en el último post de vergerus con Clint Eastwood. De momento tan solo padezco presbicia y controlado glaucoma, pero ni soy tuerto ni ciego, ni porto ojo de cristal ni lentillas deformantes. Así que reconozco que mrs. Taylor, la de los 7 u 8 maridos, era una mujer bellísima cuyas inigualables facciones siempre me dejaron indiferente. No me transmitían misterio, erotismo, sensualidad alguna. Frialdad como en un lienzo de Ingres, admiración ante lo cuasiperfecto y se acabo. Eso en lo que se refiere a su rostro, porque la ilustre difunta era dueña de un cuerpo en perpetua pelea con su guapísima faz. Potentes pechos, cortas piernas y culigorda. ¿o no?.
¿Gran actriz?. Ni de coña. La Metro la condenó desde niña a la condición de florero y tuvo que madurar y emanciparse para, en poquísimas ocasiones, exhibir que había aprendido el oficio y podía ofrecer alguna gran interpretación. Una y solo una en mi reconsideración: "De repente, el último verano" (Suddenly last summer, Joseph L. Manckiewicz 1958), excelente película en la que superaba a una histriónica y pasadísima Katharine Hepburn. El director de "Eva al desnudo" (All about Eve, 1950) siempre habló de ella en tono ditirámbico y de hecho su sueño frustrado fue llevar al cine el maravilloso "Cuarteto de Alejandría" de Lawrence Durrell, con Elizabeth en Justine y Ava Gardner en Clea.
Le regalaron dos Oscars por completo inmerecidos. En 1961 por la atroz "Una mujer marcada" (Butterfield 8, Delbert Mann), en 1966 por la algo más llevadera ¿Quién teme a Virginia Woolf? ( Who's afraid of Virginia Woolf, Mike Nichols). Siguiendo la costumbre de las estrellas hermosas y estando ya con añitos y gordita, Liz (junto a Richard) se afeó todo lo que pudo e interpretó la prestigiosa pieza de Edward Albee. Ni bien ni mal. Gritando, retorciéndose, gesticulando....tal y como había hecho Sofía Loren en "La ciocciara" (Vittorio De Sica, 1960). Tanto la italiana como la americana nacida en Inglaterra lograron su objetivo y dorada estatuilla para ellas. Trabajó con directores tan prestigiosos como Joseph Losey o Vincente Minnelli, pero ¡ay! los pilló en horas bajas. Liz y Dick hicieron el ridículo en la pomposa y fatua "Boom" (1968) y solita debió disfrutar dejándose llamar vaca por Robert Mitchum en la más soportable "Ceremonia secreta" (Secret ceremony, 1968). De "Castiillos en la arena" (The sandpipper, Vincente Minnelli 1965) mejor correr el velo cuanto más espeso mejor.
Todos los cinéfilos tenemos nuestras Olímpicas particulares. Citaré las mías: Ava Gardner, Gene Tierney, María Felix, Silvana Mangano, Grace Kelly, Kim Novak, Hedy Lamarr, Rita Hayworth (antes de que la estropease Orson Welles).........hasta llegar a las jóvenes Jacqueline Bisset o Michelle Pfeiffer, estas últimas semidiosas que conste. Escribiré sobre ellas en amplio y emocionado texto. Elizabeth Taylor lo siento, jamás ofrendaré sacrificios en ara alguna en honor a tu memoria. Termino con una peculiaridad de la fallecida estrella de otrora: pareció tener debilidad en intentar excitar a maricones como el Paul Newman - impregnado de tics Actor's Studio - de "La gata sobre el tejado de zinc" (Cat on a hot tin roof, Richard Brooks 1958 ) o el Marlon Brando - gran perfomance la suya, obesa y sudorosa - de "Reflejos en un ojo dorado" (Reflections in a golden eye, John Huston 1967). Maggie se salió con la suya con Brick gracias al Código Hays. Nada que hacer con el capitán Brando que ejercía de voyeur de soldaditos desnudos a caballo.
Descanse en paz o a tortas Elizabeth Taylor. Bien borracha que si no no la acogerá en sus amorosos brazos Richard Burton. Bye, bye Liz.
Luis Betrán
Gracias por este aire fresco, cuando TODOS los medios nos han inundado diciendo que era una gran actriz (y, por supuesto, bellísima) sin ningún derecho a réplica, me estaba empezando a sentir como un extraterrestre, porque para mí siempre fue una actriz horrorosa (de belleza no discuto, porque es absurdo y cada uno tenemos un gusto, pero ni su más ferviente admnirador podrá negar que era rechoncha).
ResponderEliminarUn solo desacuerdo con tu crónica: ¿Cómo puedes decir que en Suddenly, the last Summer, Elizabeth Taylor estaba bien? Si no sabía ni fumar! Y no es ninguna tontería, en la primera escena ella se supone que está desquiciada porque necesita un cigarrillo y luego se pasa toda la escena parloteando y poniendo caras raras(eso, como siempre), pero sin dar una sola calada al cigarrillo. Para mí eso es fallo incluso de Manckiewitz, que tenía que haberle dicho algo.
En fin, otro "mito" innecesario... como todos.
PD - Me acabo de hacer una cuenta en Live Journal para poder escribir esto... ¿Por qué no se puede escribir directamente aquí? Es muy engorroso y no veo que aporte nada.
Pues es así, desde que el mundo es mundo, a todos no nos gusta lo mismo, por poner un ejemplo a mí Audrey Hepburn me ha parecido siempre un montón de huesos sin atractivo en cambio Elizabeth Taylor me encanta me parece bellísima delgada o con más curvas me dá igual.Ahora de ahí a afirmar con una prepotencia tan insultante que no tenía talento y que le regalaron el oscar por butterfly 8 ( película que me gustó y me tocó) me parece una simplicidad y una falta de respeto a los que pensamos lo contrario. Porque pienso que las emociones y los sentimientos no se aprenden en una clase de arte dramático y que hay gente que lo expresa de una forma innata, natural y a ella le salía así...Respete eso
ResponderEliminar