EL HÚNGARO ZOLTAN FABRI (I1I) Final
El bruto (Dúvac, 1961)
Hurgando por ahí, acá y
acullá...me encuentro en la Historia General del Cine escrita hace ya bastantes
años, con que el fallecido y esencial crítico francés Georges Sadoul considera
que "El bruto", de Zoltan Fabri, es casi un remake de otro "bruto"
dirigido por Luis Buñuel en 1952. No puedo resistirme a contar la anécdota
sucedida cuando vi por primera vez la película de Buñuel en la Cinematéque de
Paris hace un montón de años. El film se proyectó en versión original, o sea en
español o mexicano que no son exactamente iguales (panchorro equivalía a
muslamen), con subtítulos...en holandés. Yo la entendí perfectamente, pero el
mayoritario público francés se cabreó gritando ¡en français¡. Luego llegó a
España tardíamente en las Salas de Arte y Ensayo. No coincido en absoluto con
monsieur Sadoul que, además, era gran amigo de mi paisano turolense. Aunque
reconozco que ambas películas tienen el mismo final. Pero allí acaba todo
parecido. En el film de don Luis de Calanda, Pedro Armendáriz era bruto...y
tonto de remate. En el de Fabri, el protagonista ciertamente es un animal, pero
no es ni una cosa ni otra.
"El bruto" de Zoltan
Fabri es una película sofocante, angustiosa y, por supuesto, carece del
inefable humor buñueliano. "El bruto", del gran húngaro, es un fascista
que como un señor de la Edad Media se cree en posesión del derecho de pernada.
Y lo ejerce y el paisanaje le tiene miedo. Es muy alto y muy fuerte y puede
violar y matar. La propuesta de Fabri es tan astuta como ambigua. Porque la
protagonista femenina no es ni mucho menos indiferente a la potencia sexual de
tan agresivo mucho. Y le fastidia que la deje tirada como a cualquier otra. Se
enamora y se casa con un galán de buen ver y notable dignidad. No cuento más.
"El bruto" es una de las grandes películas de Fabri y su tema no es
otro que el poder del látigo comunista sobre una Hungría sometida. Drama
narrado con una sapiencia que deslumbra. La cámara de Fabri se mueve en lentos
y cortos trevelines, en excelsas panorámicas, en aterradores primeros planos...
y el resultado es tan bronco como magnífico. Otra de las obras maestras de
Zoltan Fabri, a la altura o por encima incluso de "Profesor Aníbal" o
"Los chicos de la calle Paul" y levemente por debajo quizá de
"Veinte horas" o "Húngaros".
1969
Bienvenido señor comandante
(1969)
Esta película es conocida en
todas partes como "La familia Toth". Da igual lo del título porque la
película es la peor que he visto de Zoltan Fabri. Jamás ví una comedia húngara
que tuviese un mínimo de gracia. Claro que habría que averiguar si es una
comedia, porque he leído por acá y por acullá que se trata de un fingido drama
sonre el sinsentido de la guerra. La cinta es teatral, raras veces la cámara de
Fabri se asoma al exterior y más bien se recrea en un decorado con puertas de
colores fosforitos. Tambíen hay muchas cajas de cartón y un comandante pirado
por los devastores efecto de la guerra. Da igual. Todos los grandes maestros
del cine han hecho, alguna vez o varias, una mala película. De John Ford a
Ingmar Bergman. Ést es el engendro de Fabri.
1977
Húngaros
"Húngaros" fue la única
película de Fabri que conoció estreno en España en las añoradas Salas de Arte y
Ensayo. No es exactamente un film nacionalista sino una elegía fúnebre sobre un
pueblo sin destino, unas gentes que huyen de una guerra...sin saber que les
aguarda otra tiranía. Obra de una depurada poesía, de una infinita tristeza en
la que el maestro húngaro ni puede ni quiere evitar un lamento sobre sus
paisanos en una época histórica que él conoció bien. Probablemente sería la
cumbre absoluta del cine de Fabri...de no existir la genial "Veinte
Horas". La lírica no está reñida con el realismo y Fabri, siempre tan
elegante, no carga las tintas en la tragedia. Maravillosamente filmada e
interpretada, "Magiares" es una obra maestra y, ésta vez sí, un poema
de la desolación sin nada que ver con los que filmaba el genio griego Theo
Angelopoulos.
1981
Réquiem
Réquiem" fue el penúltimo
film de Zoltan Fabri, y no ciertamente el mejor. El gran cineasta en 1981 no
había sido indiferente a ciertas innovaciones de la nouvelle vague, ni de su
compatriota Miklós Jancsó y, sobre todo, del Ingmar Bergman de la genial
"Persona". Las secuencias se repiten dos veces, Fabri sustituye los
fundidos en negro por fotogramas congelados y todo sucede en la cabeza y los
sueños de la protagonista, buena actriz y espléndida mujer que se exhibe
desnuda con inusitada complacencia. El guión no es bueno y los personajes, a
veces, en vez de hablar, recitan poemas de Hölderlin, Rilke y hasta El cantar
de los cantares. Fabri ajusta cuentas con nazis y comunistas, pero para ello le
sobra refinamiento formal y le falta la contundencia de un Wajda. La película
no es mediocre, eso sería imposible en Fabri, pero, en mi opinión los
propósitos están por encima de los resultados. Cine de poesía, como pedía
Pasolini, y no cine de prosa como reclamaba Eric Rohmer. Pero para filmar un
gran poema de la desolación hay que llamarse Theo Angelopoulos, por ejemplo. O
el propio Fabri de “Hungaros”. En las tres partes de este dossier, he comentado
ls películas de Zoltan Fabri que he visto, salvo quizá la romántica y poco
interesante “Dulce Ana”. Este “primus inter pares” del cine húngaro, conservó
su puesto de honor hasta la aparición y retirada prematura del genial Bela
Tarr.
Luis Betrán
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