domingo, 15 de julio de 2012

RECORTES, URGENCIAS Y PATATAS



Dedicado especialmente a Zonado, Alekhine, Lobo López, Flázaro, Crusoe, Rubeum.....mis grandes amigos virtuales con los que comulgo POLÍTICAMENTE y en honor a ellos voy apagando velas hasta la consunción.






Aquí ya no estamos frente a una mera cuestión de debate partidario,sino frente a un proceso de regresión histórica que va a devolver al país a los años cincuenta, a los años en blanco y negro previos al desarrollismo franquista. Y todo por una miserable clase política que, salvo honrosas y escasas excepciones,ha sido incapaz, por cobardía y egoísmo, de resistir a la presión criminal de la troika comunitaria, y ha cedido al chantaje de un rescate cuya única finalidad es la de preservar los intereses de las oligarquías financieras europeas. Indignado por esa cuestión, y porque ayer fue un día aciago para la democracia española, con un rey felón que ha cedido a todas las exigencias del sistema como corifeo de la carnicería pepera, y una miserable tipeja con acta de diputada, no en vano apellidada Fabra que, con chulería fascista, se permite encima mofarse de las principales víctimas de la crisis, poniendo de manifiesto lo que era sino un secreto a voces, el auténtico rostro de una de las derechas más despóticas y reaccionarias de toda Europa. Una fecha triste en la que además,en la comunidad de Madrid, bajo la batuta de la lideresa Aguirre, se ha puesto de patitas en la calle a cientos de compañeros, profesores de universidad e investigadores cuyo único delito ha sido trabajar duramente durante los mejores años de sus vidas, entregando a sus respectivos centros toda su producción científica. (cortesía de rb)






Hago mías estas palabras y recuerdo, por si hiciera falta, que “vergerus” es un blog no solo cinematográfico. Y en estos momentos – son olvidarme de que al P.P. le quedan más de tres años de legislatura – en que la fragilísima democracia española corre el mayor peligro desde el 23-F-81, existen prioridades. Añadiré dos cosas que tampoco deben exiliarse de la memoria: 1) El P.S.O.E. dejó de ser un partido político de izquierdas en el mismo momento en que abandonó el marxismo; socialdemócrata cuando nos vendió a la Banca y al gran capital y, con Zapatero o Rubalcababa da igual, me horroriza como la “alternativa de poder”que a buen seguro será si el P.P. conluye sin incidentes no previstos su mandato. Nombres del pasado pero que viven y a los que señalo como culpables de este progresivo viraje al capitalismo: Felipe González, Alfonso Guerra (porqué todavía levantas el puño, payaso), Miguel Boyer, Carlos Solchaga, Gregorio Peces-Barba, José Bono, Borrell, Fernández de la Vega y cuantos queráis añadir, son legión. Hoy se ubicaría en un centro-derecha si tal mentira “centrista” fuese de recibo. Leer “El País”, el diario ¿más vendido? y en el que siguiendo la ética jesuítica se pone una vela a Dios y otra al Diablo. Y se ejerce la censura, tema éste que será tratado en otro texto venidero. Dicho todo lo que precede me ratifico en mi firme creencia de que España otra vez es un país fascista gobernado por los herederos de aquel genocida al que la Academia de la Historia bendice mientras maldice a Negrín.

Luis Betrán

Por ello traigo a “vergerus” un texto ajeno que, asimismo sucribo en su totalidad, no sin antes expresar mi asco a todo lo que suene a pepero. Y haciendo un elogio de la patata, acaso lo único que muchas familias podrán comer mientras esos cerdos machaquen a los más desfavorecidos, a los más pobres, a los más indefensos. No han hecho más que empezar. Pero lo pagaran caro, tarde o temprano.



¡




Nietzsche y el caballo

El cineasta húngaro Béla Tarr firma una de las películas más duras, portentosas, arriesgadas y convenientes de lo que llevamos del siglo XXI.

'El caballo de Turín' es una hermosa e impecable lección nietzscheana

Rafael Argullol 7 ABR 2012 (El País)

El 3 de enero de 1889, por la mañana, Friedrich Nietzsche abandona su casa de la calle de Carlo Alberto, en Turín, para dirigirse al centro de la ciudad. En el transcurso de su paseo es testigo de una escena que le hace detenerse: un cochero está maltratando a su caballo que, exhausto, no quiere continuar la marcha. Nietzsche interviene. Rodea el cuello del caballo con sus brazos y rompe a llorar. Sus últimas palabras son: “Madre, soy tonto” (“Mutter ich bin dumm”). Luego viene el derrumbe, una pérdida del habla y de la conciencia que durará diez años, hasta su muerte justo en el cambio de siglo, en 1900. Simultáneamente se inicia uno de los destinos más prodigiosos y contradictorios que haya podido tener el pensamiento de un hombre. En esta década de exilio mental Nietzsche sigue siendo un completo desconocido en los circuitos académicos europeos; sin embargo, lentamente, sus escritos se van filtrando, como agua profunda, en determinados ambientes literarios y artísticos. Strindberg lo presenta como el visionario del inmediato futuro; Munch le pinta un extraordinario retrato a partir de la fotografía del filósofo que le regala un amigo.







BELA TARR

Con el nuevo siglo, muerto ya el protagonista, la fortuna de la obra nietzscheana se apodera de Europa. Lo curioso, y elocuente, es que los admiradores proceden de bandos contrapuestos. Las lecciones de Zaratrusta son seguidas con entusiasmo por anarquistas y expresionistas pero también, y al mismo tiempo, por el futurismo de Marinetti o el decadentismo de D’Annunzio. Enseguida se acercan a Nietzsche sus amigos más peligrosos: los fascistas italianos y, del modo más catastrófico, los nacionalsocialistas alemanes. Los devotos del filósofo tienen en común su voluntad de incendiar el mundo para provocar el nacimiento de una humanidad nueva. Más allá de esto las discrepancias son totales: unos abogan por el triunfo de la libertad absoluta; otros ponen el acento en la hegemonía de la raza y del Estado; y no faltan, desde luego, los que apuntan a una salvación a través del arte. La sombra de Nietzsche se proyecta en todos los frentes. Por la misma razón, a partir de 1945, tras la hecatombe, el filósofo se convierte en un proscrito. Durante años su nombre es sospechoso, pero finalmente su obra resurge y, probablemente, no haya otro pensamiento filosófico tan influyente como el suyo cuando termina el turbulento siglo XX. A juzgar por lo que ocurriría con posterioridad, no hay duda de que Nietzsche acertó cuando se proclamó a sí mismo un destino. Pero ¿qué ocurrió aquella mañana de enero, probablemente gélida, dado el habitual clima de Turín? El abrazo al caballo maltratado, el desplome mental, el retorno al regazo materno. “Madre, soy bobo”: el niño travieso, quien como adulto ha sido el profeta que ha proclamado la inminente hoguera, cierra el círculo tras la fenomenal travesura. Le esperan diez años de silencio radical, pocos si los comparamos con las casi cuatro décadas de locura atravesadas por su admirado Friedrich Hölderlin, al que tantas cosas le unen, incluidos el destierro y la caída. Evidentemente nunca sabremos lo que ocurrió en la cabeza de Nietzsche esta mañana turinesa. Lo más desconcertante del caso es que esa cabeza había logrado trabajar a la máxima presión en los meses anteriores. El año 1888 es uno de los más productivos, si no el que más, en la trayectoria intelectual de Nietzsche. Escribe y publica varios libros, incluida esa obra maestra de la ironía que es Ecce Homo, un texto, cierto, desquiciado y hasta paranoico, pero de una sutileza y un dominio del lenguaje inigualables. ¿Fue el desplome de Turín la consecuencia natural de ese último año, como si la cuerda del arco se hubiera roto tras ser sometida a la máxima tensión? Nunca tendremos una respuesta para esta pregunta. Hay un monólogo a cargo de un extraño visitante destinado a permanecer como una perla ardiente en la historia del cine.







LA LUZ QUE SE EXTINGUE TRAS LA ULTIMA PATATA

En consecuencia, cabe no buscar una respuesta sino realizar una nueva interrogación. Y esto es lo que ha hecho el director húngaro Béla Tarr en El caballo de Turín (2011), una de las películas más duras, portentosas, arriesgadas y convenientes de lo que llevamos del siglo XXI. Béla Tarr, a diferencia de lo que han —hemos— hecho muchos respecto al tremendo episodio turinés, no se ha preguntado por lo que le pasó a Nietzsche sino por lo que le sucedió al caballo. ¿Qué le sucedió al caballo al que el filósofo abrazó, una vez vuelto a casa, dirigido, como siempre, por su cochero?. La respuesta a esta cuestión aparentemente absurda es una hermosa e impecable lección nietzscheana. No sé si Béla Tarr tenía intención de impartir esta lección, e incluso me parece que ha confesado que no la tenía, pero, a mi entender, en esta película, un director de cine llega más lejos que la mayoría de los pensadores y literatos que lo han intentado: más lejos en el hallazgo de mostrar el finisterre de la vida y de la civilización, el territorio terminal en el que todo se desvanece, el hábitat de aquel hombre-ocaso al que Nietzsche juzgó necesario llegar antes de que la humanidad pudiera plantearse la posibilidad de una aurora.

No obstante, la lección nietzscheana es aun más implacable que el propio Nietzsche: en la película de Béla Tarr no hay ninguna insinuación de aurora. El pozo se seca, la brasa se apaga, la llama del candil no prende e incluso el triste e imponente caballo renuncia a comer. Por todos lados hay una atmósfera de extinción, si exceptuamos el viento, la tormenta de viento que se ha apoderado de la vida y de los corazones. El desconcierto parece absoluto pero, en medio de la extrema austeridad de la historia, hay una explicación para lo que sucede. En el centro de la película hay un monólogo potente y apocalíptico a cargo de un extraño visitante que aparece y desaparece sin dejar rastro, un monólogo destinado a permanecer como una perla ardiente en la historia del cine. Quien encadena cinco minutos de palabras terribles habla como Zaratrusta, y lo que dice también es propio de Zaratrusta: la nobleza ha muerto porque los depredadores se han apoderado de todo, incluidos nuestros sueños. Obsesionados por lo acontecido a Nietzsche habíamos olvidado la suerte que le había correspondido al caballo. Pero en el abrazo de Turín ambos protagonistas son importantes si queremos saber lo que nos espera.

Rafael Argullol

De Wikipedia, la enciclopedia libre

Rafael Argullol (Barcelona, 1949) Escritor, filósofo, poeta, bloguero y profesor de estética de la Universidad Pompeu Fabra, de Barcelona, donde dirige el Institut Universitari de Cultura. Es autor de veinticinco obras y ganó en 1993 el Premio Nadal por su primera novela, La razón del mal. En 2002, obtuvo el premio de ensayo del Fondo de Cultura Económica por Una educación sensorial.

De esta obra maestra del nihilismo y la desolación ya se habló en "vergerus", en términos estrictamente cinematográficos o casi. Cierro este texto con la noticia de la hospitalización de uno de los contados cineastas esenciales: el genial maestro portugués Don Manoel de Oliveira. A sus 103 años será dificil que sobreviva. Si lo consigue le aguardo al menos con diez películas nuevas.


Luis Betrán




3 comentarios:

  1. Me veo obligado a ser yo el que deje el primer comentario, dado que este blog anda hace tiempo averiado y no se como puedo corregir lo ya escrito. Asi que añado lo siguiente: "El caballo de Turín" coleccionó una ingente cantidad de ceros peloteros en "CAHIERS DUUUU CINEEEMAAA". A una pregunta mía sobre las razones que tuvo la "mítica" revista francesa para semejante proceder, un cinéfilo zaragozano por demás inteligente, culto, profesor universitario, respondiome que porque no era nada y no significaba nada. Espero que esta anécdota sirva para justificar mi divorcio - consumado muchos años ha - de la publicación de Godard. Justo es anotar que en "Caimán" no siguieron las directrices y/o órdenes de "la maman et la putain". Lástima que en la susodicha revista española sigan sin poder evitar el "como dice Godard" o lo más surrealista COMO DIRÍA GODARD.

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  2. ¡Gran texto!
    Eduardo Galeano tiene mucha razón al decir que en esta época, "vamos a regresar siglos" en las conquistas legales del trabajador, pero la consolación es saber que cada vez estamos más lúcidos contra el gobierno y las empresas.
    ¿Y qué decir de la diputada? Somos unos idiotas por dejar que personas así sigan realizando el trabajo de mandarnos.
    Sobre "El Pais", no se que mencionar. Nació, creció y se censuro...

    Un gran saludo, amigo.
    ¡Vamos Luis! Queda mucho por vivir, y bastante cine por ver.

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  3. Gracias Mora por el comentario. Espero que mañana habrá algo nuevo en "vergerus". Mientras sigo apagando velas donde tu sabes.

    Un saludo entrañable.

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