jueves, 18 de abril de 2019

LA VIDA EN UN HILO (1945), DE EDGAR NEVILLE


La vida en un hilo o un Lubitsch castizo y español.

Muchas de sus películas, y entre ellas las magistrales “Correo de Indias” (1942), “El crimen de la calle de Bordadores” (1946), “Domingo de carnaval” (1946) o “La torre de los siete jorobados” (1944), “Duende y misterio del flamenco” (1952), “El último caballo” (1950)... podrían servir incluso destacando su mayor calidad, (en los casos del “domingo”, “la torre” o “el crimen”) como inequívoca muestra del gran talento de Edgar Neville en ese menester que denominamos hacer películas. No lejos, o a igual nivel, “La vida en un hilo” se constituye en uno de sus grandes logros fílmicos y en una de las más acertadas aportaciones al panorama del cine español de los 40.

A diferencia de aquellas, “La vida en un hilo” posee la característica de lo contemporáneo. Frente al habitual pintoresquismo de de otras de sus más celebradas producciones, donde se hace eco de un apasionado costumbrismo próximo al más puro sainete, con esta película Neville se acerca a las circunstancias, fastuosidades y miserias del momento, en un claro intento por hacer suyo un nuevo estilo de narraciones populares y castizas. En cierto modo, sin dejar de ser algo así como un sainete encubierto y modernizado, la película tiende a situarse en el género de la alta comedia al que Neville llega pleno de sutileza e ingenio.

Sin abandonar, por tanto, su inclinación a lo popular, con “La vida en un hilo” consigue Neville tentar su pasión por la clásica comedia americana, en gran medida cercana a la inteligente sabiduría del genial Ernst Lubitsch. Comparaciones al margen, consigue el cineasta español una obra hábilmente resuelta, en la que se contienen los elementos esenciales que dan consistencia al género: es decir, el triángulo amoroso, el enredo de situaciones, las acciones casuales, el entorno no exento de sobrio refinamiento, etc.

Pero a un mismo tiempo el film alcanza una dimensión crítica de extraordinaria significación social. Es decir, por medio del relato, entre anhelante y casual, en que se ve envuelta Conchita Montes (la sempiterna musa y compañera sentimental del cineasta), Neville perfila un mordaz análisis de sectores concretos de la sociedad del momento, herederos de la más ferviente tradición ideológica. Sin duda, tan encubierto atrevimiento era un excepcional empeño en el cine español de la década.

A pesar de las dificultades económicas con las que Neville hubo de enfrentarse para su producción – inherentes ,como el fracaso en taquilla,  a casi toda su filmografía - , así como la deficiente distribución – ídem de ídem al anterior entre guiones – que de la película se hizo en un primer momento, “La vida en un hilo” consiguió alcanzar un pequeño grado de éxito (¿), hecho casi inconcebible, como se ha apuntado, en la filmografía de Neville, cuyos restantes títulos se veían casi sistemáticamente dejados al abrigo de la indiferencia. Tal circunstancia conviene tomarse en cuenta, aunque solo sea para considerar que, al menos, había quienes parecían intuir que, en aquella comedia, brillante y directa, existían razones más que suficientes para señalarla como una de las más sobresalientes de la historia del cine español.

Según señala el propio Neville con respecto a su película: “allá por el año 1944 se me ocurrió de repente un argumento, era “La vida en un Hilo”. Siempre me ha preocupado la influencia decisiva que tiene la casualidad en nuestras vidas, el como cambia el curso de éstas el hecho fortuito de mirar a la derecha en vez de mirar a la izquierda al cruzar una calle, el retrasarse en dos minutos al ir a un sitio, cualquier circunstancia imprevista que le haga a uno conocer o no conocer a una persona: enfin una variante sobre las pequeñas causas y los grandes efectos”.

No cabe mejor descripción para esta divertidísima y estupenda película que es “La vida en un hilo”, escrita y dirigida por Edgar Neville y protagonizada por Conchita Montes, Rafael Durán, Guillermo Marín y Julia Lajos. Verla y disfrutarla.

Luis Betrán

Pdta: no olvidar "El señor Esteve", "Frente de Madrid", "El baile" y el primer episodio de "La ironía del dinero". Para mi, Neville es uno de los diez mejores cineastas españoles y su musa y amante Conchita Montes una actriz muy británica, una mujer inteligente y adelantada a su tiempo.

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