viernes, 20 de noviembre de 2009

Directores que tuvieron algo que decir en los 60: Jerry Lewis

"No es lo mismo caer en gracia que ser gracioso"
(Refrán popular)


Es difícil intentar ser objetivo cuando se trata de escribir sobre alguien que a uno le cae rematadamente mal. Este es mi caso con Jerry Lewis. Recuerdo que la confirmación definitiva de mi aversión al cómico norteamericano se produjo tras visionar en un cine-club su film más prestigioso: El profesor chiflado (The Nutty Professor, 1963). Con anterioridad había visto El botones (The Bellboy, 1960), Un espía en Hollywood (The Errant Boy, 1961), Jerry Calamidad (The Patsy, 1964), El terror de las chicas (The Ladies Man, 1961) y Las joyas de la familia (The Family Jewels, 1965), amén de otras películas interpretadas por Lewis pero no dirigidas por él, y, salvo El botones que me inspiró una cierta simpatía por su aire improvisador, estaba ya hasta el gorro de la ternurilla de Mr. Lewis, de sus muy feas muecas que intentaban remedar al excelente Stan Laurel, de su abracadabrante reaccionarismo y de su incapacidad para pergeñar siquiera un gag original y afortunado. El profesor chiflado, vista tarde pero muy a tiempo, confieso que agotó mi paciencia. Aquella versión del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, en la que el grotesco científico se convertía en el irresistible Buddy Love, haciendo el consiguiente ridículo, y lanzándonos un "mensaje" en el que Jerry, abandonando su máscara, manifestaba lo que nos quería a todos porque todos eramos tan buenos. Así, como suena.

Jerry Lewis, cómico tan torpe pero tan humano, al que siempre redimía de sus vandálicos actos su entrañable amor al prójimo, encandiló a toda una crítica en los años sesenta ante mi perplejo asombro (1). Luego comprendí algo del tinglado. A la muy derechista crítica española de aquella época le encantaba poder mostrarse paternalista y encariñarse con alguien que tanto les amaba como era Jerry Lewis. No pretendo, en absoluto, ir mucho más allá en las motivaciones que indujeron a la creencia de que Mr. Lewis era un cómico genial, digno heredero de los "grandes" del cine mudo: Charles Chaplin, Buster Keaton, Harry Langdon, etc.; pero sí afirmar que, en nombre de mi independencia y libertad de criterio, Jerry Lewis careció y carece totalmente de interés como actor y como cineasta.

El personaje de Jerry Lewis se forjó en la penosa serie de películas interpretadas con Dean Martin; en la tradición de la pareja inaugurada por Laurel-Hardy y continuada con poca fortuna por Olsen-Johnson, Bud Abbot-Lou Costello y Bob Hope-Bing Crosby. Cuando Mr. Lewis estuvo configurado como tipo divertido (?) pasó a escribir y dirigir sus propios films, ya sin el empalagoso Dean Martin, recreando ese arquetipo que cabe incluir entre los más odiosos que ha propuesto el cine norteamericano: suma de lo más discutible de Hardy, Turpin, Semon, Fatty, Laurel y Langdon, sin ninguna de sus notables cualidades (ni mencionar a Chaplin, Keaton o los Marx Brothers que, por supuesto, se situaban en otro territorio y eran innaccesibles para Lewis). Hasta Danny Kaye era más soportable.

Mal actor(compárese su muestrario de horrendas muecas con la contenida elegancia gestual de Stan Laurel, su modelo más evidente), inenarrable director (a este respecto, obras como El terror de las chicas, Un espía en Hollywwood, Tres en un sofá (Three on a Couch, 1966) o La otra cara del gangster (The Big Mouth, 1967) son más que concluyentes pruebas de un amateurismo sin talento alguno. Criatura detestable, que destruía cosas y más cosas para luego pedir perdón por su furia (¿cuando se justificaron los grandes cómicos de sus despiadados ataques a personas, objetos e instituciones que los merecían?). Lewis llegó a anular hasta a un interesante director de comedias como Frank Thaslin (siendo, con todo, Lío en los grandes almacenes -Who's Minding the Store?, 1963- la única película profesional protagonizada por Jerry Lewis) que ya no recuperó, tras su colaboración con Jerry, la vena satírica de The Girl Can’t Help It (1956) -Jayne Mansfield era mejor compañía para él- o The Lieutenant Wore Skirts (1956). Afortunadamente, su época famosa se situa lejana, y, desde Martin Scorsese, nadie se acuerda de él (2).

Jerry Lewis fue, indiscutiblemente, un AUTOR que debió tener algún hallazgo (no recuerdo) y que, desgraciadamente, cayó en gracia a la crítica que no al público (al menos no americano). Una improbable revisión de este absurdo prestigio de otrora le pondría en el lugar que le corresponde. Ya se sabe el dicho popular: no es lo mismo caer en gracia que ser gracioso. Y Jerry tenía bien poca gracia. Como en el más tópico de los payasos, la risa y el llanto iban unidos en su "encantadora humanidad". !Dios, qué cosas!


Notas

(1) Naturalmente, Jean-Luc Godard disparó el pistoletazo de salida al afirmar que se trataba del director americano más interesante de los sesenta. La redacción en pleno de Cahiers du cinéma, y de la imitación panderetera, Film Ideal, se arrodillaron ante el genio y asintieron ¡amén, oh maestro!, que quiere decir ¡así sea!

(2) No lo tengo claro del todo. Desde que se publica Cahiers España ya he leído su nombre dos o tres veces, y mucho me temo que a la hora de su definitivo mutis por el foro tengamos epitafios tan descacharrantes como el finado (al que el firmante, por supuesto desea larga vida).

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