miércoles, 18 de noviembre de 2009

Memorias II: 1965

Veo al teniente Calley y al capitán Medina
veo al presidente Nixon y a todo el Congreso
veo a todos los ciudadanos americanos, a ti y a mi
¡Último tren a Nüremberg!
¡Todos a bordo!


Pete Seeger, estribillo de la canción Last Train to Nuremberg


Vietnam, Santo Domingo, Los Usacos, etc.

En 1965, bajo el mandato presidencial de Lyndon Johnson, comienzan los bombardeos masivos sobre Vietnam. Los marines invaden Santo Domingo. El libro de Idígoras Los Usacos es leído en España en los cenáculos universitarios con tanta fruición como los manuales económicos de Tamames. Se empiezan a conocer las canciones de Bob Dylan, Joan Baez, Pete Seeger y demás folk-singers americanos. En un recital conjunto en la Facultad de Medicina de Zaragoza a cargo de Paco Ibáñez y Xavier Ribalta, el segundo de ellos interpreta una canción dedicada al "hijoputismo" yanqui. Ho-Chi-Min, Gyap y el Che Guevara son los grandes mitos de la lucha contra el imperialismo. Los estudiantes escuchan y discuten las canciones de Brassens, Brel, Ferré y Ferrat, los grandes santones de la canción francesa. En Aragón comienza a irrumpir la figura de Labordeta. Raimon continua con sus canciones reivindicativas (¡¡¡Diguem no!!!) y Guillermina Motta canta para los "petits comités" su ingeniosa "yenka":

Izquierda, paciencia
Derecha, clemencia
Ni Franco ni el Rey
Ni el Opus Dei

El mentado Opus rodea al Dictador en su llamado gobierno de tecnócratas. Los conatos de manifestaciones universitarias son disueltos con la mayor violencia. La existencia amenazadora de la Base Aérea de Estados Unidos en Zaragoza comienza a ser "contestada" con los primeros gritos de "¡Yanquis fuera!. Quedan diez años hasta la muerte del general Franco.

Zaragoza registra una inquieta efervescencia cultural caracterizada por el confusionismo, las buenas intenciones y una mezcla de escepticismo y esperanza que culminara con el triunfo de la última cuando los americanos pierdan definitivamente la guerra de Vietnam tras masacrar a un pueblo y cambiar toda una geografía a base de napalm. Es ya palpable la conciencia de vivir en un país fascista que por razones obvias llega tarde a todos los trenes. La presencia de los amos de Occidente se hace odiosa en esta ciudad que, por lo demás, vive discretamente tranquila y confiada, celebrando los éxitos de su equipo de fútbol y los fastos franquistas cuando le llegan, que no es con mucha frecuencia.

Detrás de una burguesía acomodaticia y estúpida (1), bulle una juventud que poco a poco va a iniciar —y de hecho ha iniciado ya— una lucha para que los tiempos vayan cambiando.

1965 es un año cinematográfico con algunos "hits" altamente significativos. La lectura marxista propuesta por Pasolini en El Evangelio según San Mateo lleva al crítico de Heraldo de Aragón, el "liberal" Joaquín Aranda, a escribir que "tampoco es eso", que ni "las estampitas ni la fealdad". Igualmente Aranda escribe cuando se estrena la genial película de Orson Welles Campanadas a medianoche (estreno mundial en Zaragoza en el cine Coliseo) una de sus más inefables sentencias: "Grande es Orson Welles pero más grande fue William Shakespeare". Amén.

Se estrenan La noche de Antonioni, El criminal de Losey, America, America de Kazan y la rocambolesca y furibunda sátira antimperialista de Kubrick Teléfono rojo, volamos hacia Moscú (Dr. Strangelove), que desgraciadamente conoce muy poco éxito. Estos films y El gran combate de Ford, Judex de Franju y El milagro de Ana Sullivan de Penn, pueden considerarse razonablemente como los más destacados de las carteleras zaragozanas en l965.

Los éxitos comerciales son los Bond de rigor (entonces en plena gloria), la divertida comedia de De Sica Matrimonio a la italiana, el horrendo documental Este perro mundo, la maravillosa Lawrence de Arabia de David Lean, la irregular y a ratos conseguida El mundo está loco, loco de Kramer, el novelón de perfecto acabado El cardenal de Preminger, la comedia británica Aquellos chalados en sus locos cacharros de Ken Annakin, el melifluo y almibarado producto Disney Mary Poppins y la moralizante y "humanista" Zorba el griego de Michael Cacoyannis, al servicio de las gracias sin gracia de Anthony Quinn.

John Frankenheimer, Jerry Lewis, Blake Edwards, Richard Quine, etc., son nombres muy presentes en 1965, así como una notoria cantidad de comedias americanas en el peculiar estilo de aquellos años.

El cine español contempla la decadencia de Bardem (Los pianos mecánicos), la fulgurante aparición de Miguel Picazo (La tía Tula) en plan de abanderado del "nuevo cine español" y el éxito espectacular de Estambul 65, film de aventuras de Antonio Isasi que mezcla con astucia y desigual fortuna el clasicismo americano y el principio de la acción por la acción.

Quedan para el recuerdo las interpretaciones de Anne Bancroft (El milagro de Anna Sullivan), Jeanne Moreau (La noche), Irene Papas (Electra), Lila Kedrova (Zorba el griego), Marcello Mastroianni (La noche), Spencer Tracy (El mundo esta loco, loco) y la de todo el equipo de la memorable Campanadas a medianoche con Orson Welles al frente. Una ultima mención para la bella partitura de Manos Hadjijakis para America, América de Kazan y un elogio cálido de cinéfilo para las felices reposiciones de 1965.

Como se ve, mucho cine americano y algunos films europeos de considerable impacto. En los años sesenta la polémica cine europeo-cine americano estaba al rojo vivo (Fotogramas-Film Ideal-Nuestro Cine) y, curiosamente, aquellos que entonces preferíamos -por razones políticas y sentimentales- los films italianos, franceses, etc., acabamos por redescubrir a Hollywood e invertir nuestra escala de valores. Hawks sustituiría a Antonioni. Consecuencias del odio que nos inspiraba todo aquello que oliese a "yanqui". (2)

“Pero si armas tus huestes, Norte América para destruir esa frontera pura y llevar al matarife de Chicago a gobernar la música y el orden que amamos, saldremos de las piedras y del aire para morderte; saldremos de la ultima ventana para volcarte fuegos saldremos de las olas mas profundas para clavarte con espinas; saldremos del surco para que la semilla golpee como un puño colombiano; saldremos para negarte el pan y el agua; saldremos para quemarte en el infierno”

(Pablo Neruda, Que despierte el leñador - Canto General)


Notas

(1) Los burgueses son como los cerdos,
cuanto más viejos, más marranos.

(Jacques Brel, Les bourgeois)

(2) Y “otra vuelta de tuerca” (relato de Henry Jamés en el que se basó Jack Clayton en la citada en 1964 Suspense (The Innocents). Hoy Hawks es un clásico un tanto cuestionable, sobre todo en westerns como Río Rojo o Río Bravo de curiosas connotaciones gay. Antonioni, por el contrario, se ha convertido –junto a Bergman– en el genio de la modernidad y su influencia es abrumadora en el cine “indi” americano y en el excelente cine asiático del nuevo milenio. La merece.

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